Casas de nobleza antañona, calles de piedra vestidas de hiedra. Es Tuy, donde se asentaron los romanos. La ciudad amurallada en el medioevo. Aquí es obligado degustar un menú enxebre.
Aquí se mezclan chorizo, morcilla, tocino y buen jarrete, la "pringa". Hasta ahí pocas diferencias con otros cocidos. Donde cambia es en las legumbres, pues en esta olla coinciden habichuelas y garbanzos en feliz maridaje.
En el barrio de Chamberí, una cocina de producto del país, ecológico, fresco y de temporada con una buena cartera de proveedores que van desde la Lonja del pescado santanderina a las huertas navarras.
El sello de la casa que capitanea José Luis Padín Noya es la galleguidad del producto. Hay que añadir que además encuentra casi todo el marisco en las proximidades de O Grove.
Consigue con especial magia culinaria que los marfileños granos de arroz se conviertan en dorados. Nació en Madrid; en un barrio tan castizo como Chamberí y se enamoró del Mediterráneo.
Versatilidad culinaria, innovadora en la manera de trabajar la materia prima. La carta cambia regularmente, ofreciendo platos que respetan el producto y demuestran el dominio de las mezclas arriesgadas.
Yago Suárez Núñez y Jesús Lavara han encomendado la dirección de los fogones a un joven y entusiasta cocinero Pucho Landín, hijo de Ignacio Landín, referente en la comercialización de vinos de las Rías Baixas.
Pulpo, navajas, callos con garbanzos, ternera, una casa de comidas con buena cocina familiar muy pegada a la tierra gallega, sencilla, rústica, servida en raciones generosas y bien cocinada.
Cocina intuitiva, realista, a veces barroca, libre, tocada por una experiencia viajera y por un espíritu investigador e incansablemente curioso. Y con raíces muy locales.
Los Torres querían una cocina de corte mediterráneo, con toques de la cocina peruana tan recurrida hoy. Culinaria que recuperara también platos catalanes y alguna que otra receta concreta del Penedés.
En el madrileño barrio de Chamartín, el chef Fernando Neri cuida no solo aprestos y puntos sino una vistosa presentación, pues ya se sabe que el olfato y la vista funcionan antes que el gusto.
El afán ictiófilo de Carlos del Portillo viene dado por su formación. Cocinar pescado es un reto para él, buscando texturas para conseguir puntos diversos según especies.
Puntarelle, alcachofas y trippa a la romana, tres platos deliciosos de la cocina de osteriae y trattorie, de la auténtica, recia, antigua, menestral; aquella que apenas se puede degustar ahora.
Uno de los socios del primer restaurante peruano de Madrid, León Carrillo, enamorado de la cocina criolla de aquel país, apuesta por ella en El Inti de Oro, Sol de oro en lenguaje quechua.
David Marcano se mueve entre la cocina tradicional y la concesión ejemplar hacia nuevas texturas y sabores con acento oriental. También hay un homenaje a la cocina latinoamericana.
Elegante espacio culinario en la Castellana madrileña con una barra para comidas ligeras y con una vertiente clara hacia la cocina en crudo. No obstante tienen un horno japonés que permite cocinar a bajas temperaturas y de manera homogénea.
Los orígenes están en Hermógenes Martín que salió de su abulense pueblo natal y se vino a Madrid donde encontró un hueco primero en el Hipódromo y La Pérgola y fundando su restaurante en 1984.
Raúl Harillo ha abierto con éxito su restaurante en Madrid con propuestas imaginativas hasta en la divertida división de los platos en la carta, su nominación y su gusto para presentar los mismos.
Como siempre atento al calendario, Floren ha querido preparar un menú especial para San Valentín, y festejar con un homenaje culinario al músculo más importante de nuestro cuerpo.
Lucio Blázquez a sus 83 años sigue vistiendo su blanca chaquetilla y atendiendo las mesas repletas diariamente de comensales. Comenta feliz :"Mis clientes son mi vida". Y así es.
Este Dingo practica una costumbre muy extendida sobre todo en las grandes ciudades, el "all day dining" en un local de ambiciosa decoración que recuerda los bares que elaboran sus propias cervezas.
Tradición y modernidad en un pequeño chalet con amigable terraza y una cocina que permite a los comensales ver la preparación de algunos de los platos como el tan actual bimi.
Magret de canard, Steak tartare, Raya a la mantequilla negra o las famosas Rilletes no faltan en la carta de Philippe Frangalli, al igual que una excelente tabla de quesos o la famosa Tarte Tatin.
Pulpo a la brasa con patatas, ventresca de atún, almejas reloj o dos tartares, uno de atún y otro de pez mantequilla destacan en una carta que también ofrece sardinas y hurta.
Enxebre es una peculiar palabra que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Gallega define "aquello que es característico de una región, y que no está falseado, deformado o mezclado con nada ajeno".
La villa portuguesa de Caminha, donde el Miño y el Atlántico se abrazan, cuenta con un excelente restaurante en el que deleitarse con el marisco y pescado de la zona.
Tesoro marinero de buen yantar: nécoras, berberechos, almejas, ostras, pero también lubina salvaje o buenas carnes para degustar con calma teniendo siempre en cuenta las recomendaciones de José Suárez.